Un nuevo comienzo
El verdadero espíritu de la Navidad
Tlalpujahua, Michoacán
A principios del siglo XX, gran parte de la minería de oro y plata comenzó a decaer debido a la falta de mantenimiento y a los cambios económicos. Tal fue el caso de Tlalpujahua. El deslizamiento de tierra que cubrió gran parte de la ciudad en mayo de 1937 fue el golpe mortal. Sin industria, la gente se fue en masa. Todo lo que quedaba era el esqueleto de una antigua comunidad próspera.
Entre los que partieron en busca de nuevas oportunidades se encontraba Joaquín Muñoz Orta, quien se llevó a su familia y se mudó a Chicago en 1950. Allí encontró trabajo en una fábrica de árboles de Navidad artificiales. Mientras estuvo en Chicago, también aprendió el arte del soplado de vidrio. A principios de la década de 1960, regresó a México y abrió una tienda de árboles de Navidad artificiales en la Ciudad de México. Además de los árboles, vendía adornos de vidrio soplado a mano. Las ventas de árboles no fueron impresionantes, pero los adornos se vendieron rápidamente. Decidió volver a su pueblo natal y enfocar sus esfuerzos en los adornos de cristal. Allí abrió una pequeña fábrica llamada Adornos Navideños. Los adornos pintados y soplados a mano se vendieron bien y su negocio creció. Pronto, otros habitantes de la ciudad que habían estado empleados por él comenzaron sus propias industrias artesanales. Hoy en día, hay dos grandes fábricas y varios cientos de industrias artesanales. Familias enteras contribuyen a sus respectivos talleres. Tradicionalmente, los hombres soplan las esferas de vidrio y las mujeres las pintan minuciosamente a mano.
A través de esta metamorfosis industrial, Tlalpujahua pasó a ser conocido como el “Pueblo de la Eterna Navidad.” La plaza del pueblo alberga un alto árbol de Navidad artificial durante todo el año. Casa de Santa Claus es una tienda local que vende decoraciónes navideñas durante todo el año. Cada año se envían decenas de millones de adornos de vidrio a todo el mundo.
Cientos de miles de turistas visitan Tlalpujahua cada año para sentir el espíritu navideño, independientemente de la temporada. La historia de Tlalpujahua destaca el impacto que una persona puede tener para bien. El renacimiento de este pequeño pueblo minero moribundo es un recordatorio vivo del mensaje de Navidad y la diferencia que hizo el hijo de Dios.
En el momento del nacimiento de Jesucristo, la gente de Belén y la región circundante sintió la opresión del dominio romano. La triunfante noticia del nacimiento del Mesías restauró un sentido de esperanza y la posibilidad de una vida mejor. Cada Diciembre, las celebraciones del nacimiento del Salvador nos recuerdan que un nuevo comienzo es posible si usamos Su amor redentor para seguir en un mejor camino.